miércoles, 9 de febrero de 2011

Garabatos en torno a la inseminación artificial y otras dolamas

Sin dar razones de nuestro larguísimo silencio, ahora nos proponemos abordar breve e informalmente este tema que se nos ha metido en la cabeza. No nos lanzaremos a ese fútil ejercicio de machacar por qué esto o aquello está "bien" o "mal", sino que más bien vamos a examinar brevemente lo que creemos son las causas que otorgan mayor empuje al conservative side of things.

Es redundante decir que muchos discursos conservaduristas (entre ellos el del catolicismo "oficial") se oponen a prácticas como el aborto, la inseminación artificial, fecundación in vitro, vientres de alquiler, etc., etc., ¿pero por qué? Al igual que en tantos aspectos de la vida humana, aquí se da esa particular y muy matizada combinación de principios morales, valores humanistas/filantrópicos y de agendismo oculto (propio sobre todo de los políticos).

Al menos para mí, estas prácticas tienen mucho de desperdicio motivado por un inextricable trial and error: casi siempre, se fecundan cientos, miles de óvulos por encargo para lograr engendrar un único ser humano que no sólo ha de ser biológicamente viable, sino sobretodo querido, deseado por sus padres y/o "padres". Ya sabemos lo que suele hacerse con el resto de estos homo by-products: se les destruye, lo cual es, objetivamente hablando, matar a un ser viviente que ya existe, aunque todavía no ha llegado a nacer (bien se le llame "feto", "tejido muerto", "gameto", llamésele cómo quiera, eso no cambia nada), o bien se les guarda para experimentos o para seguir satisfaciendo las leyes movedizas del supply and demand que siempre se entrometen hasta en lo más sagrado.

Aunque los llamados moral guardians no lo digan de este modo, este trayecto del pensar es el fondo común del cual beben sus razones para ponerse en contra de estas prácticas. También creemos que existe cierto miedo a reducir la vida humana a, más que otro producto de compra y venta, a un nivel de hortaliza: imaginen, por un momento, que se hallan en un campo cultivado que no está dando papas o zanahorias, sino bebés grandes, pequeños, medianos, normales, promedios, retardados, superdotados, blancos, negros, amarillos, morenos y (¿por qué no?) azules, rojos, rosados, blah-blah-blah. ¿Ven por dónde voy?

De nuevo, no me voy a poner a decir que todo ello está bien o mal: ello no hará cambiar a quienes ya tenemos nuestras nociones de right and wrong más o menos desarrolladas, por lo que creo que por ahora es mejor confiarlo a los principios morales y a la conciencia de cada cual. Independientemente de mis opiniones, convicciones y creencias morales/religiosas/éticas/personales, lo mío no es predicar ni persuadir: sólo he querido dar voz a una inquietud que tengo desde hace bastante y por ello dar lugar a la controversia del buscar e indagar permanente. Como el antiguo dios cuyo oráculo está en Delfos, aquí ni apruebo ni vedo: solamente señalo lo que veo con mi "verdad", sin importar cuán errada o viciada pueda estar.

Creo que nuestro mayor peligro como individuos y como especie no es tanto tal o cual práctica, sea buena o mala en sí misma, sino que debemos temer al anquilosamiento sobre todas las cosas, ya que cuando ello adviene, las cosas no cambian para bien ni para mal. Lleguemos o no a la cima, aunque terminemos equivocándonos, el nuestro ontológico es pensar, preguntar, inquirir, investigar y obrar por nosotros mismos, sin llegar por ello a despreciar los peros y las amonestaciones de nuestro Otro: tenemos que huir del error a como dé lugar, pero aún así los vamos a cometer con mayor o menor querer, sólo que algunos de ellos se pueden deshacer, mas otros no se pueden borrar ni con todas las lágrimas de la penitencia ni con toda la sangre de la auto-inmolación.