viernes, 26 de marzo de 2010

A propósito de la 'voluntad' de Dios

El ser humano es asquerosamente presuntuoso: ¿qué otra criatura es capaz de prometerse a sí misma que todo va a salir "a la buena de Dios"? Nos referimos a esa tendencia de nuestra raza a "arrojarse" en los brazos de algún Omnipotente cuando ya no podemos o queremos resolver un problema o situación individual o común. ¿Quién no se siente tentado a mandarlo todo al carajo, dejando que sean Dios, Alláh, Krishna, Zeus, Júpiter, etc., quienes sostengan el mundo?

Sin embargo, lo que más nos llama la atención esta noche es una peculiaridad mucho más sutil, y por ello, harto más letal: cuando nos arrojamos a defender nuestros principios, creencias y "valores", tendemos a repetir que Dios está con nosotros, que Él quiere lo que nosotros queremos, que está de nuestro lado y vamos a vencer por medio de Él.

Me arriesgo a que me acribillen, me linchen o excomulguen, pero lo diré de todas formas: no podemos fundamentar nuestros argumentos en la escapatoria del Deus vult. ¿Dónde dice en la descripción de empleo de Dios que Éste tiene que estar de acuerdo con todo lo que queremos, o que nosotros siempre tenemos que querer lo que Él quiere?

¿Por qué necesitamos que alguien o algo superior a nuestro entendimiento, percepción, poder y habilidad abrace nuestras causas y se comprometa a ayudarnos a vencer, o a vencer por nosotros, como espera el común de las gentes? Siendo que la debilidad, la impotencia y la muerte son parte irreductible de nuestra ontología, estamos "hechos" para creer que un alguien o algo superior avala cuanto hacemos, pensamos, decimos y creemos, ya que parte de la cuestión de ser humano es querer que alguien nos escuche y nos mire a los ojos, independientemente de que discrepe con nosotros o no, ¿y quién mejor que Dios para colmar este deseo?

Este mecanismo de "Dios lo quiere" casi siempre se reduce a un aparato de wish-fulfillment que nos motiva a seguir luchando sin detenernos demasiado a pensar y reflexionar, no tanto porque Dios "quiera" o no esto o aquello, sino porque Él "conduce" nuestra búsqueda y "dirige" nuestro camino, mala costumbre que nos hace creer que ya tenemos la victoria asegurada, lo cual ya constituye una arrogancia imperdonable, objetivamente hablando.

No estoy diciendo que está mal creer que Dios se preocupa por el Hombre y que lo cuida y lo protege, ni tampoco estoy afirmando ni negando que sea así o no: simplemente me estoy resistiendo a sucumbir a algo que se ha vuelto uno de nuestros peores hábitos del ser y el pensar a lo largo de los milenios. Recordemos también que cuando hablamos de Dios, casi nunca lo hacemos buscando comprenderlo y conocerlo tal como Él es en Sí mismo, sino guiados por lo que nosotros creemos que es Dios, o por lo que se nos ha enseñado que lo es: "el Hombre en su soberbia creó a Dios a su imagen y semejanza", escribió Nietzsche.

Si hemos de creer en alguien o algo y luchar por una causa, debe ser porque estamos convencidos firmemente de que el objeto de nuestro creer es bueno, justo y necesario en sí mismo, no porque alguien más estime que es así, aunque ese alguien sea Dios mismo. Si no nos arrojamos a nada sin contar con el "permiso" de nuestro constructo divinizado, ¿qué mérito tenemos? Esa es la misma actitud de tantos que son católicos porque sus padres, abuelos y todo su linaje desde Adán y Eva lo son o lo han sido, o los que votan siempre por tal o cual partido porque "en casa somos populares."

El ser humano está hecho para pensar, actuar y ser en y por sí mismo, haciéndose rector de su propia vida y gestor de cada uno de sus actos. Es por ello que somos seres responsables: porque podemos y debemos dar razón de nuestros actos. Independientemente de que hagamos lo bueno o lo malo, el meollo del asunto es que lo hacemos porque lo queremos y lo procuramos, sin importar si otros piensan o no como nosotros. Por eso es que el Deus vult no justifica las atrocidades cometidas durante las Cruzadas, ni los pecados de Occidente antes, durante y "después" del Cristianismo, ni tampoco perdonamos a los malvados del Tercer Reich que decían estar "obedeciendo ordenes."

En conclusión, decir que Dios quiere lo mismo que nosotros casi siempre se vuelve escapatoria, justificación y aliciente de lo que hacemos, sin quitar que sea bueno o malo en sí mismo. Por algo escribió Ovidio que al final "cada uno es su propio dios", gema a la cual añadió otro autor: "el corazón del Hombre es su propio reino de los cielos."

Debemos extirpar esta tendencia de nuestro espíritu, porque facilita el buscar excusas e invita a bajar la guardia durante la lucha por vivir. Elaborando sobre Spinoza, no sólo hemos convertido a Dios en "asilo de la ignorancia", sino también en burdel del No-Pensar, donde cada uno compra y vende designios y pretextos al por mayor.

2 comentarios:

  1. Sabes tienes razón, la dignidad del humano se mide y se estima mientras él mismo hace de sus acciones por su querer y su propia voluntad, si no, se convierte en sirviente pusilanime de alguien más.

    Pero creo que hay preguntas a hacerse cuando las personas tiran a justificarse utilizando creencias mayores, porque son creencias y cómo todo: deben estár abiertas al debate y discusión y hasta burla si es necesario.

    Pongamos por ejemplo el movimiento de Westboro Baptist Church, quienes justifican el odio hacia los homosexuales al señalar áreas de lévitico y deutoronomio cómo ley de la biblia, sin embargo no señalan, porque lo deciden y ven cómo algo horrible, seguir las citas que dicen que si una mujer no es virgen al matrimonio ella debería ser asesinada. Siempre hay un doble discurso, y cuando este sale al aire las ideas de esas personas deben ser combatidas, porque su agenda es utilizar algo para justificarse, para conseguir poder y ejercerse sobre otros.

    Pero me atrevo a ir a un paso más alante que eso y me atrevo a decir, que se debería cuestionar, por ejemplo, contra un grupo como Westboro, Todas y cada unas de sus creencias, desde la biblia, hasta la existencia no solo en la deidad cristiana sino en todas. Siempre que alguien trate de leer manos debería pasar examenes para ver si es veraz su "poder", siempre que alguien intente decir que es el hijo de Dios se le debería comenzar a ver si puede convertir el agua al vino, o si es hijo de Thor, pues botar rayos por los dedos ect ect ect.

    ResponderEliminar
  2. Tu argumento tiene mucha fuerza, pero hay algo más que considerar: el problema de gente como los de la Westboro Baptist Church (y su tan odiado pastor, Fred "God Hates Fags" Phelps) es precisamente que NO se puede razonar con ellos.

    Están tan poseídos por sus visiones de mundo y el carisma y autoridad de sus líderes, que no sólo rechazan que se les cuestione lo que piensan y hacen, sino que incluso tienen los testículos y los ovarios para decirte que te vas a quemar en el Infierno si no crees y haces lo que ellos hacen COMO ellos lo hacen.

    En cuanto al doble estándar con los libros bíblicos, hay que recordar que dichas Escrituras se escribieron para el pueblo judío, y solamente después fueron adoptadas por los gentiles o paganos que se convirtieron al Camino de Jesucristo, el cual abolió los preceptos rituales de la Ley, pero dejó válidos sus preceptos de moral y comportamiento.

    El mismo Jesús pone más énfasis en vivir el Espíritu de la Ley, aunque ello implique ir en contra de la Letra: por ejemplo, cuando los fariseos le trajeron a la adúltera para que juzgara si debía vivir o morir, Él deshizo el argumento con eso de "El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra." Si no condenó a la mujer, no fue porque ella era inocente, sino porque, primero que todo, los fariseos mismos estaban violando la Ley al arrastrar la mujer ante Jesús para pedir su muerte cuando no tenían consigo al hombre que adulteró con ella para darle el mismo castigo, ya que el Libro (Deuteronomio, si no me equivoco) ordena que se ajusticie a los DOS transgresores, no a uno sí y a otro no.

    Segundo, el mismo Evangelio señala que la turba quería entrampar a Jesús con doble treta: si Él hubiera aprobado la lapidación, hubiera ido en contra de Sus mismas prescripciones de amor y misericordia, mas si decía que no debía morir, estaría quebrando la Ley de Moisés, por lo que perdería credibilidad ante el pueblo y sería presa del Sanhedrín.

    El pecado de los fariseos no era querer matar a la adúltera per se, sino el querer sorprender a Cristo por medio de una treta tan baja, usando com ocarnadala vida de un ser humano que el Señor decidió salvar: quisieron hacer lo "correcto" por motivos inexcusablemente inicuos, lo cual invalida la buena acción y la vuelve perversa.

    Por otro lado, tienes razón al despotricar contra la WBC y tantos otros grupos que siguen el mismo camino: mientras la adoración y servicio a Dios se sigan contaminando con agendas políticas, la religión y la adhesión al Altísimo se verán ensuciadas, y no gozarán de ningún respeto y credibilidad.

    También hay que huir de las políticas institucionales cuando éstas se vuelven obstáculo para hacer el bien: la única forma en que la Iglesia sobrevivirá este nueva ola de escándalos sexuales es reconociendo los pecados cometidos, señalando culpables y entregándolos al poder civil para que los castigue, y admitir que los mismos pastores y dirigentes del pueblo muchas veces fueron cómplices de los pederastas al moverlos como fichas por las diócesis en lugar de removerlos definitivamente del ministerio.

    No se puede destruir el mal pretendiendo que éste no existe, ni tampoco se remedia un lío rehuyendo la cuestión como si no tuviera que ver con nosotros.

    ResponderEliminar